Deja que todo arda by Joana Arteaga

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Título: Deja que todo arda

Autor: Joana Arteaga

Editorial: Autopublicación

Año publicación: 2018

Formato: Papel y e-book

Páginas: 650 en papel

 

Es la primera novela que leo de Joana Arteaga y me ha dejado sin palabras. Me ha sorprendido por como escribe y por la temática que aborda: los temas incómodos del acoso escolar, de los niños/adolescentes tutelados, de familias rotas por la violencia. Habla de tema incómodos, que la mayoría preferiríamos no tener que hablar y muchos desearían poder esconder ya que nos dejan en evidencia a nuestra sociedad.

La novela narra las semanas después que Fidel decida acabar con su vida, las semanas en las que su novia, Marina, se enfrenta a su perdida mientras lucha con sus propios demonios y Lucas, el hermano de Fidel, descubre que su hermano no era quien él creía y se siente culpable por no haberse dado cuenta de su realidad.

Una historia dura la que se nos plantea en esta novela.

Fidel no soporta la presión a la que estás sometido entre el acoso en el instituto y las presiones de su abuela y decide acabar con su vida. Marina, su novia, se enfrenta a un duelo complicado en el que la culpabilidad, la impotencia por no poder ayudarle pesa demasiado y si a eso le sumas ser víctima de malos tratos infantiles, de venir de una familia rota por la violencia de género y la separación de sus hermanos de vivir en una casa tutelada hace que la quieras, que la adores, que empujes durante la historia, durante su lucha por ser ella, por SER. Y Lucas, el hermano rebelde, el hermano que quiere a toda costa conocer a su gemelo, saber que pasó, como pudo su hermano no pedir ayuda, romperse de esa manera, como él no supo verlo; está lleno de rebeldía por encontrarse pero a la vez por no traicionar la memoria de su hermano, no renunciar, no dejar de luchar por sentirse vivo, pero sobre todo busca incansablemente algo que lo guie, que le haga sentir vivo, que le haga SER.

Estamos ante unos personajes que enganchan, bien creados, potentes, que muestran todas las facetas, inseguridades y luchas ante las que se encuentran los adolescentes. Unos protagonistas a los que no dejas de necesitar protegerles. Unos personajes que deseas con todas tus fuerzas que no existan nunca, pero sabes que si existen, que haberlos haylos aunque nuestra sociedad no quiera mirarlos mucho por la sensación de fracaso como comunidad que representan.

Una historia que te atrapa, que te enamora, que te angustia, que te emociona. Con la que sufres, maldices, tienes esperanzas, tienes rabia. Una historia que no puedes dejar de leer, que no puedes dejar de sentir. Pero sobre todo, una historia a las que tenemos que dar gracias a la autora por haberla escrito.

Con una narración impecable, con un lenguaje exquisito que engancha. Un redactado lleno de reflexiones, de descripciones e imágenes que llenan la imaginación del lector haciéndole partícipe de los sentimientos, inquietudes, miedos y anhelos de Marina y Lucas.

Hablar de adolescentes tutelados y del acoso escolar en una misma historia es hacer un ejercicio de crudeza enorme; y si a eso se le suma las presiones, los miedos e indecisiones de la adolescencia tenemos entre las manos una obra que de ninguna manera deja indiferente.

Estamos ante un novela llena de crudeza, de realidades que molestan y de simbologías que nos ayudan a entender a los protagonistas en su lucha por ser ellos, por superar sus miedos, sus inseguridades, sus ansias de encontrarse, de ser reconocidos. Un buscar su camino, un buscarse a ellos sin importar al final quien salga ardiendo.

Pocas veces una portada dice tanto, una portada expresa tan bien lo que sienten los protagonistas, lo que se narra en el interior: esa necesidad de tener una guía, un referente que les haga caminar y el tener el valor de hacer lo que ellos necesitan, sea el motivo que sea el que los impulse a ello, aunque, como se dice en el libro en infinidad de veces, todo acabe ardiendo.

Una historia que te hace reflexionar, sentir. Una historia que no debes dejar de leer.

 

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